Ven, que te quiero arropar con
sábanas de espino. Dormir abrazada a ti y quemar el frío. El sabor de tu saliva
a ron aguado, a errores del pasado. No sé quién aprendió de quién; a herir, a
doler. Tampoco me importa. Tumbados sobre el parqué. Fuera caen gotas que son de cristal, que
atraviesan la piel. Y dentro mueren las cosas que no serán. Pídeme que te
cante. Pídeme, pídeme.
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