viernes, 25 de noviembre de 2011

Le vingt-cinq novembre.

[Este es un tema bastante peliagudo, sobre el que he hablado con muy pocas personas, pero como marca permanente que ya tengo dentro de mí, necesito sacarla y tenderla al sol, que seque la herida.
Sé que debería dedicarle esta entrada a lo que ahora mismo acontece en España: “lo que se nos viene encima”. No es que sea menos relevante que lo que te voy a contar hoy, simplemente prefiero dejarlo para el siguiente arrebato literario que cosquillee por mis dedos.]

Veinticinco de noviembre: Día internacional contra la violencia de género (¿qué ironía, eh?). Voy a intentar explicar por qué (lleve razón o no), me siento identificada con este día y lo que representa.

Casi a diario vemos en la televisión noticias de casos de violencia de género (sobre todo contra mujeres). Lo peor es que estos casos que llegan a nuestros oídos son sólo la punta del iceberg: aquellos casos en los que ya no hay solución. ¿Y la cantidad de mujeres que están siendo maltratadas y de las que no sabemos nada (ni sabremos), hasta que sea demasiado tarde? Es terrible.
Pero cuidado, no sólo existe la violencia física, también está aquella que no deja marca, un maltrato igual de denunciable pero mucho más difícil de detectar y de evidenciar: Manipulación, control, celos extremos, insultos. El maltrato al que yo hoy pongo voz.

 Al igual que no comprendo cómo alguien que dice quererte  hasta los confines de la tierra es capaz de pegarte una paliza, tampoco soy capaz de concebir que esa misma persona te trate de tal manera que acabes sumiéndote en una depresión y siendo víctima de graves  ataques de ansiedad. Eso sí, en aquel momento tú le comprendes, le defiendes, lo ves como algo normal o incluso, en el peor de los casos (en mi caso), te lo crees y te culpas a ti misma.

“No soy celoso, es que te quiero tanto que cuando te veo hablando con otro me vuelvo loco.”
“No es que no confíe en ti, es que eres tan bonita que cualquier hombre que se te acerque será porque quiere algo contigo.”
“Es que con esa falda tan corta todos los hombres te van a mirar por la calle, póntela sólo para mí.”
“¿Qué te pusiste ayer?, ¿qué hiciste?, ¿con quién estuviste?, ¿a dónde fuiste?, ¿con quién hablaste?, ¿quién es ése?, ¿de qué le conoces?, ¿intentó algo contigo? Me estás mintiendo.”

Te desvives por su persona, le das todo lo que te pide, y lo que no te pide, le eres fiel, besas el suelo por donde él pisa… ¿y qué hace ese hijo de la gran puta? te pisotea el orgullo, la dignidad, la autoestima, hasta la propia personalidad, y lo soluciona con un “te quiero” o cualquier palabra bonita.
Porque no, yo no soy la que era, ni lo seré. Bien lo saben mi familia y amigos, quienes sufrían y estuvieron intentando sacarme de ahí durante mucho tiempo y a los que no hice caso. Los trataba de locos y les decía “no lo entendéis, nos queremos.”    No, eso no es amor.

Me costó mucho abrir los ojos, me costó mucho darme cuenta de que la persona de la que estaba enamorada no existía, sino que era una máscara que él usaba para atraparme. Llorar, llorar, y llorar, eso es lo único que estuve haciendo durante meses.
No hay palabras suficientes para decir lo arrepentida que estoy por no haberles escuchado, y lo mucho que me gustaría volver a atrás. Lo siento.

Espero, yo del futuro, que hayas aprendido la lección y que, si vuelves a verte en la situación de hace un año (lo siento, sé que no te gusta recordarlo, pero es lo que hay), si alguien vuelve a decirte que no vales nada, que eres mierda, una zorra,  que nadie te quiere…no lo justifiques, no te lo creas, sea por la razón que sea, simplemente huye en la otra dirección. Lo sé, es más fácil decirlo que hacerlo, el amor a veces es traicionero, a veces no te deja ver más allá, a veces…a veces es mortal.
Espero, yo del futuro, que no vuelvas a caer…aunque tú y yo sabemos que ante el amor soy una mujer débil.



PD: Cabronazo.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Qué traes contigo.

¿Qué detesto más que un dolor de muelas? Ir al dentista. Así que toca aguantarse.

Esto es insufrible, y ya no hablo del dolor...sino precisamente de lo contrario: la apatía. Odiosa compañera desde hace unas cuantas semanas. Que sí, que sí que siento algo, pero ¿de qué sirve si él está tan lejos? Que sí, que sí que me puede gustar alguno, pero de una forma bastante banal. Que sí, que soy feliz, y me río, y todo eso, pero sigue faltándome algo.

Quizá sea la forma que tengo de concebir estas cosas, bien sabe Dios (¡JÁ!) que soy una romántica...tal vez demasiado. Siempre he dicho que soy una mujer que nació para estar en pareja, detesto la soledad.
Si alguna persona de las que he conocido recientemente leyera esto se echaría a reír, y con razón. En todo este tiempo sólo he demostrado que me gustan mucho los hombres. Pero en el fondo hay más, es más complicado que eso. Puede que esto no sea más que una excusa barata, pero yo lo veo así:

Me siento tan terriblemente sola que me echo en brazos de cualquiera, a ver si siento algo, a ver si me cura. No lo hago con maldad, lo juro, es el puro miedo a la soledad lo que me empuja.

Sé que conoceré a alguien, alguien a quien dedicarle todo y por quien hacer estupideces (otra vez), eso es la vida...pero las ganas y la impaciencia se me comen por dentro. Mientras tanto estaré esperando aquí, con uno de mis opiáceos: Leonard Cohen.


[¿Por qué esta pésima entrada?, ¿por qué dedicarle tiempo y palabras a la apatía? Simplemente porque es otra de las mujeres a las que pretendo olvidar.]

viernes, 4 de noviembre de 2011

Todo me queda grande.

Vaya mierda de día.
Vaya mieeeerda de día.

Hoy me he dado cuenta de que esto me viene un poco, por no decir muy muy grande. ¿Y qué ha pasado? En vez de rebotarme y decir "voy a ponerme a ello y a por todas, que yo puedo", pues he hecho lo de siempre, venirme abajo.
Para colmo se ha puesto a llover y no me ha dado tiempo a domir la siesta, ¿resultado? Por si no estaba lo suficientemente tocada ya de por sí...hoy me he hundido (puedo ser muy dramática si me lo propongo).

Si fuera una persona normal supongo que lo que haría sería ponerme una música que me anime e intentar verle el lado positivo al asunto. Pero yo, bicho raro de mí (o así me veo), lo mejor que se me ocurre es ponerme a escuchar Nacho Vegas e irme de borrachera mortal.

No sé qué cojones me pasa. No sé qué me falta, qué necesito. Lo peor es que cuanto más lo pienso, más me acerco a saber la verdad y más miedo me da verle la cara. Tal vez por eso nunca llego al fondo del asunto, da miedo conocer el problema y sobre todo descubrir que no hay solución.

A partir de este momento me quedan dos opciones: Salir del agujero o hundirme más aún. Y conociéndome...

miércoles, 2 de noviembre de 2011

De piel eléctrica.

No estoy nada satisfecha con mi manera de escribir, nada. No sé dónde está el fallo, pero espero que el blog éste me ayude a mejorar dentro de lo posible, y a ver si dejo de escribir como una niña de ocho años.

Aunque bueno, no me preguntes por qué (porque es totalmente irracional), sí hay un escrito mío que me gusta. Es una poesía que escribí pensando concretamente en una persona, pero que luego me di cuenta de que podía ser la descripción sobre qué pasa dentro de mí cuando siento algo por alguien, en general. De todas formas, no es una descripción fiel, siento muchísimas más cosas que no soy capaz de transcribir, sólo para que quede claro.

¡Ah, por cierto! Se me han ocurrido más cosas que detesto, como los ciempiés, la Iglesia, las medusas y el viento. Y cosas que me encantan: el hipo, estornudar y una coca-cola bien fría.

Volviendo a lo de antes, ahí va la chorrada, que sino mi cabecita no se queda contenta, vete tú a saber por qué.



Dicen que eres magnético,
que no eres humano.
Dicen que encadenas al mirar,
y destrozas al sonreír.
Que tu torpeza al hablar es irresistible,
que tu piel es eléctrica,
que sólo traes problemas.
Dicen que desmigas mentes,
y anudas gargantas.
Que te deslizas y que envuelves,
que desequilibras y lanzas por los aires,
que te quedas y desgarras.
Dicen que sí, que no,
que maldita la hora, y maldito el lugar.
Dicen que respirarte duele,
que eres capaz de hundirte en las entrañas de cualquiera,
y que cualquiera, no es cualquiera.

martes, 1 de noviembre de 2011

Little wing.

(Odio poner títulos a las entradas porque nunca sé qué poner.)

Para seguir en la línea egocéntrica y no perder la costumbre de procrastinar, voy a soltar hoy el rollazo sobre mí y sobre qué carajos hago yo en éste nuestro mundo. Podría escribir párrafos y párrafos sobre mí (¡cómo me quiero!), pero voy a intentar no irme por las ramas ni desvariar demasiado.

Bien, pues empiezo diciendo que me parece que soy una persona muy analítica, quizá demasiado, y por eso le he dado muchas vueltas a cómo soy...bueno, a todo, en realidad. Soy dserognaizada (pero con mi orden dentro del desorden, ya sabes). No me gusta hablar con ironía, para nada, qué va. Soy contradictoria a veces, y a veces no. También soy vaga, mucho, y apasionada a la vez, no sé cómo se compagina eso, pero creo que yo lo he hecho.
Me considero algo bipolar, pesimista y bastante sensible. Tal vez por eso me involucro mucho, demasiado, en la mayoría de las relaciones, y me hago ilusiones muy rápidamente.

Yo y el mundo:
¿Qué detesto? Las malas personas, la resaca, la injusticia, mi exnovio, la mala música, los deberes, la gente prepotente, soberbia y creída, la distancia, los mosquitos, que hablen por mí, las decepciones, dar volteretas, que no me contesten, las películas con final feliz (la mayoría), que me digan lo que tengo que hacer, y tantas otras cosas...

¿Qué me encanta? Los niños, escribir, los animales (sobre todo los perros), la gente inocente, saberme una canción, saber cosas, sin más, comer, beber y dormir, la música por encima de todas las cosas, el olor de los hombres (de manera más o menos inocente, no se malinterprete), leer y ver series/películas, una sonrisa bonita, besar, me encanta besar, pasar una noche genial con amigos y sin parar de reír, el campo...y millones de cosas más.

Suficiente por hoy.

Peanut butter cookies.

Bueno, y para que mi yo del futuro no se pregunte por qué coño se me ocurrió hacer esta gilipollez, ahí van algunas respuestas:

¿Por qué "Slice of life"? Pues porque ése es, nada más y nada menos, que el nombre del barco del maestro "Dexter". Sí, vaya chorrada, pero algún nombre tenía que ponerle...llámame bicho raro.

¿Por qué el 31 de octubre de 2011? Aunque ya llevaba un tiempo queriendo hacerlo, ha sido una fecha al azar, un gran ejemplo más del nivel al que he llevado el arte de procrastinar: tenía millones de cosas mejores que hacer, pero ea, donde esté perder el tiempo o dormir la siesta...

Y...¿por qué?, simplemente ¿por qué? Porque necesito poner mi cabeza en orden, desahogarme y ¡qué coño!, dentro de unos años seguro que me echo unas risas.